jueves, 7 de febrero de 2013

Las historia de Cricto II.

Nos encontramos en el observatorio de Cricto.

Construído en tiempos recientes por orden expresa del rey, el observatorio se ubica en la cima de la montaña azul, lugar privilegiado para realizar observaciones astronómicas y usualmente frecuentado por peregrinos quienes afirman que la colina guarda un poder secreto. Cricto, científico riguroso, siempre fue poco proclive a creer estos relatos populares que más tienen de fantasía que de realidad. Sin embargo en los últimos tiempos Cricto ya no sabía que creer.
Todo parecía tan bien pautado. La ciencia siempre le había brindado todas las respuestas que necesitaba. Había dibujado para él un diseño perfecto en donde cada parte tenía su razón de ser, su dinámica, su lógica. Su mecanismo exacto y predecible. Nunca fue necesario para Cricto creer en divinidades, en voluntades cuyo designio explicara las maravillas de la naturaleza, sin embargo en ocasiones se entretenía pensando que pudiera existir un dios y que su oficio consistía en evidenciar ese plan tan perfecto que el dios habia producido. Se sentía, en aquellas ocasiones, un descubridor de lo infinito. Se sentía relevante. Significativo. Un traductor de lo divino.
Pero ahora ... descubría su insignificancia de una manera repentina. Se sentía desnudo, desprotegido. Su indefensión lo había hundido en un estado de incertidumbre  tan extremo que ya no podía recordar ni imaginar ninguna otra circunstancia en la cual no se hubiera sentido así. La oscuridad lo invadía todo.  
Siempre había tenido respuestas pero ahora no podía encontrar ninguna. ¿De dónde había llegado esa oscuridad tan repentina? ... ¿Y ese movimiento tan extraño del suelo? Sus investigaciones lo habían llevado a concluir que en algunos planetas existen estos fenómenos por los cuales las placas subterráneas se acomodan generando un estremecimiento del subsuelo pero se trataba de planetas jóvenes.  Vagabundia era un planeta millones de años más antiguo que aquellos. Su núcleo se había enfriado lo cual le daba una estabilidad en donde fenómenos como el mencionado eran impensables.
El terror que le había producido presenciar el desmoronamiento de su planeta, la intensidad de ese sentimiento solo se puede comparar con la perplejidad que le produjo la repentina vuelta atrás de todo el proceso. Una grieta que pudo calcular en cinco estadios de longitud se había abierto delante de él, descubriendo debajo un abismo insondable en el que creyó notar el espacio infinito, allá, en el fondo.

Estuvo a punto de caer.
Y de repente ... las grietas se empiezan a unir ...

Y esa sensación.

La totalidad. Sintió la totalidad. No sabe exactamente cuanto tiempo duró pero sabe que fue intenso. Como nunca antes había experimentado cualquier cosa que pudiera merecer ese nombre: Intensidad.
  
Como si todas estas constataciones fueran poco, había algo más. Algo que quizá era lo más inquietante. Porque no sabía que valor darle. No sabía si era positivo o negativo. !Oh Cricto! Científico después de todo !Qué valor crees que le puedes dar a lo eterno! 
Fue una voz.
Y lo llamaba por su nombre.
De repente, Cricto nota un patrón en su espectrómetro que no había notado anteriormente, una suerte de campo magnético de color azul intenso que pareciera estarse alejando hacia el tercer cuadrante ...