viernes, 20 de septiembre de 2013

La mujer mariposa y el misterio del tiempo.

La mujer mariposa es eterna. 

Antes y después no existen para ella. (Tampoco para ti ni para mí). En su presencia se diluyen los tenues bordes que atan el pasado con el futuro. Su vuelo dibuja un trayecto que es en verdad una fractura del tiempo. Un fenómeno que a falta de mejores palabras podríamos comparar con el acto de abrir un libro y soltar dos de sus páginas previamente sostenidas e ingrávidas, y ver como se separan en una onda, una cayendo al lado de la otra. Así abre el tiempo como un libro la mujer mariposa. 

 Para el ojo desavisado su ciclo vital dura 24 horas, como cualquier otra mariposa que se precie de serlo. Vive y muere en este mundo. Con rapidez. (Algunos dirían con violencia). ¿Pero que es este mundo sino un continuo engaño sustentado en la "evidencia" del tiempo? 

-"El dolor es la fractura de lo que ellos llaman tiempo. Su dolor es santo. Les podría enseñar"- Piensa la mujer mariposa, intentando entenderlo a través de simulacros muy comunes en su planeta, consistentes en mover las manos al compás de lo que se dice o piensa. 

Verla jugar con sus manos mientras viola el tiempo volando. 

Es realmente encantador. 

                                                          

                                  


domingo, 15 de septiembre de 2013

Las clases del profesor Oskar Plotas

-"Estos chicos"- piensa risueño el profesor Plotas, mientras baja las escaleras de caracol de una casa que no sabe exactamente de quién es. 

Tampoco le importa mucho averiguarlo. 

Lo que en realidad le interesa es comprobar la absoluta e indiscutible realidad de su vivencia. Sentir sus rodillas flexionarse al ritmo de los escalones; la presión gravitatoria que cada pequeño esfuerzo de descenso le demanda. Siente la resistencia de la estructura de cada escalón  mientras comprueba de forma fidedigna el entorno de la casa. Plotas se alegra de todas estas comprobaciones.

Recuerda sus clases de filosofía. 

Intentando conducirlos por el camino de la reflexión cartesiana, les pide a sus estudiantes que contemplen la posibilidad de que lo que están viviendo en ese momento sea un sueño. Que el salón de clases, sus compañeros y  quien les habla, que todo sea producto de su propia fantasía, que vuela libre mientras ellos retozan en sus cómodas camas. La oposición no se demora en aparecer. 

La realidad es más real que el sueño dicen. Si me pellizco me duele, el dolor ya me hubiera despertado. Plotas defiende su posición. Es perfectamente posible sufrir en el sueño una lesión dolorosa, y sin embargo continuar soñando. Además la etapa de mayor profundidad que es el ensueño, muestra el mismo grado de actividad cerebral. De ahí el nombre de "sueño paradójico."

Pero ahora, mientras desciende estas escaleras, Plotas está recibiendo la evidencia que necesita. Todo es real. ¿Quién mejor para saberlo que él, que lo esta viviendo in situ? Que está sintiendo todo lo que siente. ¿Quien sino el para ser testigo de lo innegable?

Pero Plotas decide hacer una nueva comprobación.

Y lo que hace es saltar. Y al saltar todo resulta ser muy real de nuevo. Siente el esfuerzo de sus músculos y articulaciones; el contacto con el suelo antes y después del salto. El aire en contacto con su rostro y cuello, con cada una de sus terminaciones nerviosas craneales. En sus manos. Todo igual. 

Menos algo. 

No siente su dolor de rodilla. 

El salto es de una gran perfección y comodidad. 

Repite el salto una y otra vez, y tampoco siente el cansancio. 

Puede repetir los saltos una y otra vez en medio de una difusa sensación de neutralidad. 

- ¿Qué lección filosófica se puede sacar de todo esto? - 

Piensa, mientras se despierta el profesor Oskar Plotas. 

Mientras 

la 

Mujer Mariposa 

se despierta 

y empieza a hacer sus preguntas de mujer mariposa. 










viernes, 10 de mayo de 2013

Que habla de la forma física de la mujer mariposa. Además de algunas habilidades sorprendentes.

La mujer mariposa tiene alas azules. Se agitan alegremente cuando lee a su gusto. Y la elevan, de ahí el refrán: "Flotas como la mujer mariposa" cuando se ve a alguien absorbido en la lectura.

Su sonrisa abre un surco horizontal entre los extremos de su rostro, dirigido hacia dos apéndices que (diera la impresión) tienen como función hacer que la mujer mariposa escuche siempre cosas maravillosas.  Como función secundaria, dichos apéndices cumplirían una labor de nivelación durante el vuelo, especialmente en los momentos de despegue y aterrizaje.

"La vida es ondulante" Piensa mientras vuela, la mujer mariposa. "Subir y bajar. Acercarse y alejarse. El dolor no es tan malo después de todo"

Cavilaciones más o menos. No es necesario mencionar el profundo placer que estos vuelos producen en ella. Y se le ve dibujar ochos en el cielo a velocidades de vértigo.












jueves, 7 de febrero de 2013

Las historia de Cricto II.

Nos encontramos en el observatorio de Cricto.

Construído en tiempos recientes por orden expresa del rey, el observatorio se ubica en la cima de la montaña azul, lugar privilegiado para realizar observaciones astronómicas y usualmente frecuentado por peregrinos quienes afirman que la colina guarda un poder secreto. Cricto, científico riguroso, siempre fue poco proclive a creer estos relatos populares que más tienen de fantasía que de realidad. Sin embargo en los últimos tiempos Cricto ya no sabía que creer.
Todo parecía tan bien pautado. La ciencia siempre le había brindado todas las respuestas que necesitaba. Había dibujado para él un diseño perfecto en donde cada parte tenía su razón de ser, su dinámica, su lógica. Su mecanismo exacto y predecible. Nunca fue necesario para Cricto creer en divinidades, en voluntades cuyo designio explicara las maravillas de la naturaleza, sin embargo en ocasiones se entretenía pensando que pudiera existir un dios y que su oficio consistía en evidenciar ese plan tan perfecto que el dios habia producido. Se sentía, en aquellas ocasiones, un descubridor de lo infinito. Se sentía relevante. Significativo. Un traductor de lo divino.
Pero ahora ... descubría su insignificancia de una manera repentina. Se sentía desnudo, desprotegido. Su indefensión lo había hundido en un estado de incertidumbre  tan extremo que ya no podía recordar ni imaginar ninguna otra circunstancia en la cual no se hubiera sentido así. La oscuridad lo invadía todo.  
Siempre había tenido respuestas pero ahora no podía encontrar ninguna. ¿De dónde había llegado esa oscuridad tan repentina? ... ¿Y ese movimiento tan extraño del suelo? Sus investigaciones lo habían llevado a concluir que en algunos planetas existen estos fenómenos por los cuales las placas subterráneas se acomodan generando un estremecimiento del subsuelo pero se trataba de planetas jóvenes.  Vagabundia era un planeta millones de años más antiguo que aquellos. Su núcleo se había enfriado lo cual le daba una estabilidad en donde fenómenos como el mencionado eran impensables.
El terror que le había producido presenciar el desmoronamiento de su planeta, la intensidad de ese sentimiento solo se puede comparar con la perplejidad que le produjo la repentina vuelta atrás de todo el proceso. Una grieta que pudo calcular en cinco estadios de longitud se había abierto delante de él, descubriendo debajo un abismo insondable en el que creyó notar el espacio infinito, allá, en el fondo.

Estuvo a punto de caer.
Y de repente ... las grietas se empiezan a unir ...

Y esa sensación.

La totalidad. Sintió la totalidad. No sabe exactamente cuanto tiempo duró pero sabe que fue intenso. Como nunca antes había experimentado cualquier cosa que pudiera merecer ese nombre: Intensidad.
  
Como si todas estas constataciones fueran poco, había algo más. Algo que quizá era lo más inquietante. Porque no sabía que valor darle. No sabía si era positivo o negativo. !Oh Cricto! Científico después de todo !Qué valor crees que le puedes dar a lo eterno! 
Fue una voz.
Y lo llamaba por su nombre.
De repente, Cricto nota un patrón en su espectrómetro que no había notado anteriormente, una suerte de campo magnético de color azul intenso que pareciera estarse alejando hacia el tercer cuadrante ...


sábado, 29 de diciembre de 2012

La historia de Cricto.

Amanecía en el decimonoveno planeta periférico, en el segundo cuadrante calculado y aislado hace ya tanto por Cricto, astrónomo oficial de la corte del rey solar. Nada hacía presagiar los terribles eventos que dentro de muy breve se desatarían en aquel pequeño planeta, que albergaba una especie civilizada y pacífica (*), en los confines del brazo de Orión.

La mañana transcurría en medio de la expectativa por la fiesta de los dos soles en honor a Típloma, princesa de Vagabundia, heredera al trono del gran Rey. Las familias reían mientras esperaban que la niebla verde se disipara. Este fenómeno era presenciado por los habitantes del reino con cierta expectación, pues sabían que la niebla era muy frecuente en los primeros días del cuarto mes, y que sus efectos eran los de una sensibilidad alegre, con algo de esperanza y otro poco de tranquilidad sin culpa. (Sensaciones que nunca se atreverían a rechazar). Los habitantes del reino disfrutaban de estos bienhechores efectos pero el problema es que la niebla era densa, y no les permitía moverse con la agilidad acostumbrada. Así que esperaban que la niebla se disipara, fumando sus acostumbrados 23-34, disfrutando de ese estado tan parecido a lo que los humanos llamamos felicidad.

En eso andaban, cuando de repente ... todo cambió. El día se oscureció, con una oscuridad que solo podía experimentarse en los eclipses de equinoccio. Bien sabía Cricto que para que el fenómeno ocurriese faltaban 322 segmentos, lo cual lo dejó en un estado de extrema perplejidad. El suelo empezó a moverse por debajo de todos, en un movimiento ondulante y persistente, mientras se iniciaba el tétrico espectáculo de las luminosidades mudas, esos relámpagos sin sonido que insuflaron el terror como nunca antes en el reino. El cielo era ahora un torbellino y todo empezaba a tambalear de tal modo que grandes grietas, con su estela de abismos, empezaban a propagarse por la superficie.   



El planeta se estaba desmoronando.




Pero apareció ella.




 Nadie la vio. Nunca la vieron. No podrían haberla visto. Su mano se acercó al planeta hasta asirlo, con la delicadeza de la que solo su estirpe es capaz. Lo mantuvo unido, como quien compacta una bola de arena. Pero ella no arrojó esta bola, pues era preciosa. Amaba a estos seres dignos y generosos, con todo su corazón. Otros planetas podrían haber sucumbido pero no este. No ahora.

Su mano atravesó el planeta, a todos sus seres, quienes nunca encontrarían palabras para describir esa sensación. Su mano se dirigía ahora hacia el agresor. Aquel que hace millones de segmentos había iniciado la devastación del universo. Aquel a quien perseguía desde hace tanto que incluso su memoria prodigiosa no podría recordar el momento en el que todo empezó ... 


  



 (*) Pobres seres cuyo destino estuvo cifrado por fuerzas que jamás llegarían a comprender, desde mucho antes incluso que el primer capítulo del gran libro fuera escrito en los tiempos brillantes.


Que habla de cómo lee los libros la mujer mariposa

La mujer mariposa siempre empieza el libro por el final.

Lo coge. Lo mira con sus ojos de mujer mariposa. Abre con gran avidez este aparato sorprendente que seguro guarda algo. Un secreto inquietante, tal vez. Su dedo índice guía sus ojos de mujer mariposa, dos fuegos centelleantes que recorren esas líneas del párrafo final, que le darán la clave que necesita.

"Lo que realmente es, es sólo el presente. El futuro no es nada y el pasado no es nada. Y la mujer está allí, como un ser que viene de la nada y va hacia la nada. Nacida de la nada, arrojada a la existencia, amenazada por la nada"

¿Será la nada la bestia amenazante a la que se enfrenta nuestra mujer mariposa en estos encantadores simulacros?

No lo podemos saber.